Primera Guerra Mundial
A lo largo del conflicto, diversos estados se fueron uniendo a los dos bloques en conflicto. Las nuevas adhesiones tuvieron un papel clave a la hora de definir el vencedor de la guerra.
En los inicios del conflicto, nadie esperaba una guerra que se extendería durante más de cuatro años. Los ingenuos soldados que iban al frente aún sonreían y los estados mayores tenían unos planes basados en la derrota rápida del enemigo.
El enfrentamiento entre grandes potencias industriales llevó a la guerra a un nivel de violencia y horror nunca antes contemplado. La invención de nuevas armas, las granadas, los lanzallamas, los tanques, el gas... incrementó el horror y las masacres, pero, sin embargo, llevó en el frente occidental a un empate táctico. Los ejércitos se atrincheraron a lo largo de cientos y cientos de kilómetros. La guerra de trincheras se convirtió en un martirio para millones de hombres durante varios años.
El enorme costo de vidas en los frentes, las penurias de la población civil y la conciencia de que la guerra no iba a concluir pronto extendieron el desánimo en todos los países contendientes. Los ejemplos son múltiples: oleada de huelgas en Gran Bretaña en 1916, motines en el ejército francés en 1917, aumento de las demandas nacionalistas en Austria-Hungría... Sin embargo, dos acontecimientos claves van a decidir el signo de la guerra: la revolución soviética en Rusia y la entrada de Estados Unidos en el conflicto.
La Revolución Rusa
El Imperio ruso era gobernado autocráticamente por los zares, y durante la 1ª mitad del S. XIX permanece ajeno a los cambios económicos y sociales de la revolución industrial. Es un país de base rural, la mayoría siervos.
Los zares concentran todos los poderes, decretan las leyes, designan ministros y tienen autoridad religiosa. A diferencia de los monarcas occidentales, el zar no tiene limitaciones parlamentarias o constitucionales, gobierna con ayuda de la policía política (Ochrana) y una compleja burocracia.
La estructura social es la siguiente:
Clases altas, formadas sobre todo por la nobleza y los clérigos. La nobleza ocupa la oficialidad del ejército, el alto funcionario y poseen la mayor parte de la tierra.
La decisión de Nicolas II de entrar en guerra va a ser otra de las causas del derrumbamiento del Imperio ruso.
El zar se vio obligado a entrar en guerra por los lazos diplomáticos y económicos que le unían a la Entente y para no perder totalmente el control de los Balcanes.
La guerra fue impopular desde el principio, supuso la oposición de todos los sectores hacia el zar.
Rusia tuvo que alistar a 15 millones de soldados nuevos, a los que no podía equipar. Las consecuencias del mal adiestramiento y equipamiento son una gran cantidad de muertos, deserciones y derrotas.
Por otra parte, el elevado gasto militar supone la penuria de víveres, el aumento de impuestos, el aumento de precios... Todo esto va a desencadenar un proceso huelguístico que acabará en un proceso revolucionario.
HistoryofMx2
martes, 22 de noviembre de 2011
La Lucha Sigue, Zapata Vive
En el sur la Revolución tuvo causas distintas que en el norte. Por ejemplo; en Morelos, el problema de la tierra se remonta al virreinato, cuando se consolido en la zona la hacienda cañera como una forma de propiedad económicamente muy productiva. Desde entonces, las comunidades indígenas comenzaron a pedir la devolución de sus antiguas mercedes y títulos de propiedad adquirieron in significado casi sagrado. Hubo pueblos que desaparecieron por completo en ese entonces por falta de “títulos” o que perdieron sus tierras por arrendarlas a algunas haciendas que terminaron por apropiárselas. Así vemos que la demanda de restitución de tierras contra las haciendas estuvo presente en la región que hoy forma el estado de Morelos desde el siglo XVIII.
Con la Independencia de México, muchas de las haciendas cambiaron de dueños. Pero el problema con las comunidades campesinas no desapareció. Al contrario, conforme avanzo el siglo XIX y con él las leyes liberales que decretaron la desamortización de las tierras comunales, la hacienda se consolido en detrimento de las tierras comunales.
Durante el Porfiriato, la región de Morelos se convirtió en uno de los más importantes centros azucareros de la Republica; los ingenios se modernizaron, llego el ferrocarril y las haciendas crecieron en dimensión y producción a costa de la tierra comunal y a costa de la explotación de los campesinos desposeídos.
Con la Independencia de México, muchas de las haciendas cambiaron de dueños. Pero el problema con las comunidades campesinas no desapareció. Al contrario, conforme avanzo el siglo XIX y con él las leyes liberales que decretaron la desamortización de las tierras comunales, la hacienda se consolido en detrimento de las tierras comunales.
Durante el Porfiriato, la región de Morelos se convirtió en uno de los más importantes centros azucareros de la Republica; los ingenios se modernizaron, llego el ferrocarril y las haciendas crecieron en dimensión y producción a costa de la tierra comunal y a costa de la explotación de los campesinos desposeídos.
El Encanto del Águila
Serie de televisión transmitida en el canal de las estrellas a las 22:00 horas.
En el primer capítulo se muestra a Francisco I. Madera lanzando su campaña política debido a la entrevista que se le realizo a Porfirio Díaz en la que declaraba que México ya estaba listo para democracia; de otra forma Madero nunca se habría lanzado como presidente.
Desgraciadamente la corrupción; siempre presente en México, se hizo notar cuando encarcelaron a Madero por tratar de ser presidente. Ahí; en la cárcel de San Luis Potosí, escribió el Plan de San Luis Potosí. Posteriormente escapa a Estados Unidos donde planea regresar a México como presidente.
Personajes que aparecen:
• Porfirio Díaz
• Carmen (esposa de Madero)
• Francisco I. Madero
• Sara (esposa de Madero)
• Henry Lane Wilson
• Gustavo A. Madero
En el primer capítulo se muestra a Francisco I. Madera lanzando su campaña política debido a la entrevista que se le realizo a Porfirio Díaz en la que declaraba que México ya estaba listo para democracia; de otra forma Madero nunca se habría lanzado como presidente.
Desgraciadamente la corrupción; siempre presente en México, se hizo notar cuando encarcelaron a Madero por tratar de ser presidente. Ahí; en la cárcel de San Luis Potosí, escribió el Plan de San Luis Potosí. Posteriormente escapa a Estados Unidos donde planea regresar a México como presidente.
Personajes que aparecen:
• Porfirio Díaz
• Carmen (esposa de Madero)
• Francisco I. Madero
• Sara (esposa de Madero)
• Henry Lane Wilson
• Gustavo A. Madero
viernes, 11 de noviembre de 2011
Contextalizacion del Porfiriato
Porfirio Díaz llego al poder como muchos de los caudillos dicemonicos, por medio de las armas. Incluso, pudo haberse pensado que la llegada de Díaz a la presidencia sería una más que terminaría, tarde o temprano, con otro levantamiento militar. La rebelión de Tuxtepec triunfo gracias a un enorme apoyo popular, sumado a la innegable habilidad militar y política de su caudillo, y la llegada de Díaz fue considerada, en su momento, como el triunfo del liberalismo radical y popular derivado de los abusos cometidos por Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada.
Desde que llego a la presidencia, Díaz uso la fuerza contra sus enemigos políticos: generales sediciosos, indios, bandoleros y contra cualquier sospechoso de conspirar. En sus palabras valía más prevenir un desorden que combatirlo después de haber estallado. Así, de 1877 a 1879, el ejército federal puso fin a las ultimas sediciones lerdistas, a los levantamientos militares regionales en Chihuahua, Veracruz, Tepic, entre otros; persiguió y sometió a los apaches en la frontera norte, a los yaquis y mayos en Sonora y Sinaloa y a los mayas de Yucatán; y capturo y castigo a los bandoleros que asolaban los caminos.
La mano dura de Díaz no dejaba lugar a dudas: cualquier rebelión, sin importar la causa, por pequeño que fuese el bando rebelde, era castigada severamente. Esta política, cuyo mejor ejemplo fue la llamada masacre de Veracruz en 1879, tenía como justificación lograr la estabilidad política del gobierno.
A pesar de los avances que en materia económica lograron los gobiernos de la República Restaurada, en 1877 persistía la inestabilidad financiera y fiscal, el endeudamiento externo y el estancamiento económico en la agricultura, la minería y la industria.
El mundo había entrado a una nueva fase que conocemos como imperialista, la cual se caracterizó por la concentración de la producción y del capital para la creación de monopolios, por la formación de asociaciones capitalistas internacionales, y por el reparto de territorios entre las grandes potencias. Europa había entrado en un periodo de relativa paz, después de la guerra franco-prusiana, y se había dividido en dos grandes bloques: por un lado la Triple Alianza, formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y por el otro la Triple Entente, formada por Inglaterra, Francia y Rusia. Las naciones europeas entraron en un proceso rápido de industrialización y el mismo sucedió con Estados Unidos de América y Japón.
Estas naciones comenzaron entonces a imponer su hegemonía política y económica sobre los países menos desarrollados industrialmente. África fue casi por completo colonizada por Alemania, Bélgica, Italia, España y Portugal; y lo mismo paso con Asia cuyos territorios fueron repartidos entre Rusia, Holanda, Gran Bretaña y Francia.
Comercio las potencias mundiales de la etapa del porfiriato habían llegado a una nueva etapa del capitalismo: el imperialismo . La llamada segunda revolución industrial generó un aumento importante en la siderurgia, los transportes y la electrificación, haciendo más agudas las necesidades de materias primas industriales, alimentos, carbón y petróleo, mercados para los nuevos y numerosos productos, así como la salida para los fuertes capitales. Eso condujo a una nueva división internacional del trabajo.el desarrollo de las exportaciones mexicanas y el de un mercado interno mexicano estuvieron ligados estrechamente. Conforme crecían las exportaciones, aumentaba la demanda de los productos. En la minería por ejemplo, la demanda externa fue el factor determinante para su crecimiento y modernización; así como la demanda extranjera estimuló la inversión para producir algunos artículos agrícolas.
Desde que llego a la presidencia, Díaz uso la fuerza contra sus enemigos políticos: generales sediciosos, indios, bandoleros y contra cualquier sospechoso de conspirar. En sus palabras valía más prevenir un desorden que combatirlo después de haber estallado. Así, de 1877 a 1879, el ejército federal puso fin a las ultimas sediciones lerdistas, a los levantamientos militares regionales en Chihuahua, Veracruz, Tepic, entre otros; persiguió y sometió a los apaches en la frontera norte, a los yaquis y mayos en Sonora y Sinaloa y a los mayas de Yucatán; y capturo y castigo a los bandoleros que asolaban los caminos.
La mano dura de Díaz no dejaba lugar a dudas: cualquier rebelión, sin importar la causa, por pequeño que fuese el bando rebelde, era castigada severamente. Esta política, cuyo mejor ejemplo fue la llamada masacre de Veracruz en 1879, tenía como justificación lograr la estabilidad política del gobierno.
A pesar de los avances que en materia económica lograron los gobiernos de la República Restaurada, en 1877 persistía la inestabilidad financiera y fiscal, el endeudamiento externo y el estancamiento económico en la agricultura, la minería y la industria.
El mundo había entrado a una nueva fase que conocemos como imperialista, la cual se caracterizó por la concentración de la producción y del capital para la creación de monopolios, por la formación de asociaciones capitalistas internacionales, y por el reparto de territorios entre las grandes potencias. Europa había entrado en un periodo de relativa paz, después de la guerra franco-prusiana, y se había dividido en dos grandes bloques: por un lado la Triple Alianza, formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y por el otro la Triple Entente, formada por Inglaterra, Francia y Rusia. Las naciones europeas entraron en un proceso rápido de industrialización y el mismo sucedió con Estados Unidos de América y Japón.
Estas naciones comenzaron entonces a imponer su hegemonía política y económica sobre los países menos desarrollados industrialmente. África fue casi por completo colonizada por Alemania, Bélgica, Italia, España y Portugal; y lo mismo paso con Asia cuyos territorios fueron repartidos entre Rusia, Holanda, Gran Bretaña y Francia.
Comercio las potencias mundiales de la etapa del porfiriato habían llegado a una nueva etapa del capitalismo: el imperialismo . La llamada segunda revolución industrial generó un aumento importante en la siderurgia, los transportes y la electrificación, haciendo más agudas las necesidades de materias primas industriales, alimentos, carbón y petróleo, mercados para los nuevos y numerosos productos, así como la salida para los fuertes capitales. Eso condujo a una nueva división internacional del trabajo.el desarrollo de las exportaciones mexicanas y el de un mercado interno mexicano estuvieron ligados estrechamente. Conforme crecían las exportaciones, aumentaba la demanda de los productos. En la minería por ejemplo, la demanda externa fue el factor determinante para su crecimiento y modernización; así como la demanda extranjera estimuló la inversión para producir algunos artículos agrícolas.
viernes, 23 de septiembre de 2011
||ORDENA LOS SIGUIENTES EVENTOS||
1845 - El gobierno de James Polk fue el mas interesado en participar en le Guerra.
1847 - El Congreso declaró formalmente el inicio de le Guerra.
1848 - Se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo.
1848 - Se terminó el conflicto y se perdió Nuevo México y Alta California.
1847 - El Congreso declaró formalmente el inicio de le Guerra.
1848 - Se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo.
1848 - Se terminó el conflicto y se perdió Nuevo México y Alta California.
||Diré adiós a los Señores||
1. Diligencias.
Los vehículos partían, en la ciudad de México, de la llamada Casa de las Diligencias y normalmente no se detenían más que para cambiar de caballos. Ahí se comenzaban a juntar los pasajeros desde las tres y media de la mañana. Existían dos tipos de Diligencias, las que tenían un cupo limitado de nueve personas y las de doce personas. Eran muy parecidos a los que se tienen en Europa, carruajes manejados por el cochero y jalados por caballos. (Páginas 38 y 39)
2. Bandidos.
Algo característico de los caminos mexicanos en el siglo XIX eran los “bandidos”, en sentido estricto y amplio, porque durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio las autoridades imperiales dieron ese nombre a salteadores y a guerrilleros por igual. No deja de llamar la atención, sin embargo, que Carlota, en una carta enviada a la emperatriz Eugenia, aseguraba que “En México se está casi lo mismo que en Europa: a media hora de aquí se corre el riesgo de ser asaltado, en cualquier momento, por bandidos…”. Tenemos entonces, que no era una peculiaridad de nuestros caminos sino algo generalizado y producto, quizá, de un siglo en el que menudearon las luchas que configuraron naciones. (Páginas 41 y 42)
3. Tresillo.
Los oficiales franceses acostumbrados a jugar baccarat y las apuestas eran elevadas; en la corte cruzaban apuestas en partidas de billar y de tresillo. En las tertulias familiares también se acostumbraba jugar a las cartas y con apuestas.
Con ese fin instalaban, en una habitación contigua al salón principal, lo necesario para jugar malilla o tresillo. Hombres circunspectos se colocaban alrededor de la mesita con tapete verde, sobre el cual destacaban elegantes fichas de marfil para llevar la cuanta en las partidas de malilla o tresillo. La ceremonia era de lo más solemne y verosímil que pudiera uno imaginarse, pues no dejaban de darse las invocaciones, por parte de los jugadores, a La santísima trinidad (para que saliera un tres), a Santiago apóstol (si lo que necesitaba era un caballo), al rey David (por razones obvias), a los ojos de Santa Lucia (para que la siguiente carta fuera un dos) , o si lo que hacía falta era un siete, los dolores y los gozos eran los invocados. (Páginas 58 y 59)
4. 1863.
En una carta enviada a Bazaine por su comisario extraordinario de hacienda, el 22 de diciembre de 1863, se puede leer que en “los juegos prohibidos, pero están permitidos”, como el monte y la ruleta –mejor conocida por los mexicanos como imperial– circulaba una muy considerable cantidad de dinero que nadie sabía a donde iba a dar, de ahí que recomendara a la regencia la prohibición efectiva u absoluta de los juegos, con sanciones rigurosas para los que infringieran la disposición, pues de esta manera “la moral ganaría y el tesoro no se perdería nada puesto que las mismas autoridades policiacas –para no variar– estaban implicadas en el negocio. (Página 60).
5. Carcamán.
El más popular o populachero de todos los juegos era el llamado carcamán. Su popularidad se debía, tal vez, a que el carcamanero, también llamado misionero, porque andaba de feria en feria por todos los pueblos, y aunque no hubiera feria se trasladaba de una a otro lado y se instalaba en cualquier calle, plaza, o esquina muy concurrida, atraía a los jugadores con versitos picantes y burlescos de los que no quedan muestra, porque los cronistas de la época pecaron de pudorosos y solo recogieron los más decentes. (Página 70).
6. Lotería.
Otro juego igual de popular y que ha llegado hasta nuestros días en versión familiar, era el de la lotería de cartones. Lo característico era que no se mencionaran de manera directa las figuras de las cartas, sino por alegoría, metáfora o símil, por ejemplo: la cobija de los pobres era el sol; el que cantó a San Pedro, el gallo; la perdición de los hombres, la dama; el caso que te hago es poco, el cazo, etcétera. También había lotería de cartones en las que estos no tenían figuras sino números y se corría de manera similar: los anteojos de Pilatos era el 8; las alcayatas, el 77; el jorobadito, el 3; y sigan inventado tanto cuanto se les ocurra. (Página 73).
7. Corte de Carlota y Maximiliano.
No se concebía un Imperio sin corte, mucho menos sin cortesanos. En consecuencia, todo Imperio que se preciare de serlo debía parecerse al de los europeos.
Por otra parte, la creatividad es algo que no marcha con la idea de la aristocracia, de ahí que las cortes europeas fueran tan similares y también iguales en algo: el aparato –organización, protocolo, ceremonial todo ello producto y extensión de cultos, atavismos y rituales con dos caras: una publica y otra cerrada, oculta casi–. (Página 74).
8. Fiestas cívicas.
El calendario de fiestas cívicas y celebraciones también quedaba establecido en el ceremonial y eran:
El aniversario de la Independencia, cumpleaños de Maximiliano, del corpus y de su señora de Guadalupe, así como las de corte, a saber: el de san Carlos, los grandes bailes, los grandes banquetes, los grandes y pequeños conciertos, las funciones de fala u ordinarias en el teatro, las fiestas de palacio, las tertulias y las comidas en el Palacio. (Página 79).
9. ¿Por qué se llama “Diré adiós a los Señores”?
El emperador, al terminar su tabaco, se retiraba diciendo esta frase, que llegó a ser proverbial: “Diré adiós a los Señores”.
Los vehículos partían, en la ciudad de México, de la llamada Casa de las Diligencias y normalmente no se detenían más que para cambiar de caballos. Ahí se comenzaban a juntar los pasajeros desde las tres y media de la mañana. Existían dos tipos de Diligencias, las que tenían un cupo limitado de nueve personas y las de doce personas. Eran muy parecidos a los que se tienen en Europa, carruajes manejados por el cochero y jalados por caballos. (Páginas 38 y 39)
2. Bandidos.
Algo característico de los caminos mexicanos en el siglo XIX eran los “bandidos”, en sentido estricto y amplio, porque durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio las autoridades imperiales dieron ese nombre a salteadores y a guerrilleros por igual. No deja de llamar la atención, sin embargo, que Carlota, en una carta enviada a la emperatriz Eugenia, aseguraba que “En México se está casi lo mismo que en Europa: a media hora de aquí se corre el riesgo de ser asaltado, en cualquier momento, por bandidos…”. Tenemos entonces, que no era una peculiaridad de nuestros caminos sino algo generalizado y producto, quizá, de un siglo en el que menudearon las luchas que configuraron naciones. (Páginas 41 y 42)
3. Tresillo.
Los oficiales franceses acostumbrados a jugar baccarat y las apuestas eran elevadas; en la corte cruzaban apuestas en partidas de billar y de tresillo. En las tertulias familiares también se acostumbraba jugar a las cartas y con apuestas.
Con ese fin instalaban, en una habitación contigua al salón principal, lo necesario para jugar malilla o tresillo. Hombres circunspectos se colocaban alrededor de la mesita con tapete verde, sobre el cual destacaban elegantes fichas de marfil para llevar la cuanta en las partidas de malilla o tresillo. La ceremonia era de lo más solemne y verosímil que pudiera uno imaginarse, pues no dejaban de darse las invocaciones, por parte de los jugadores, a La santísima trinidad (para que saliera un tres), a Santiago apóstol (si lo que necesitaba era un caballo), al rey David (por razones obvias), a los ojos de Santa Lucia (para que la siguiente carta fuera un dos) , o si lo que hacía falta era un siete, los dolores y los gozos eran los invocados. (Páginas 58 y 59)
4. 1863.
En una carta enviada a Bazaine por su comisario extraordinario de hacienda, el 22 de diciembre de 1863, se puede leer que en “los juegos prohibidos, pero están permitidos”, como el monte y la ruleta –mejor conocida por los mexicanos como imperial– circulaba una muy considerable cantidad de dinero que nadie sabía a donde iba a dar, de ahí que recomendara a la regencia la prohibición efectiva u absoluta de los juegos, con sanciones rigurosas para los que infringieran la disposición, pues de esta manera “la moral ganaría y el tesoro no se perdería nada puesto que las mismas autoridades policiacas –para no variar– estaban implicadas en el negocio. (Página 60).
5. Carcamán.
El más popular o populachero de todos los juegos era el llamado carcamán. Su popularidad se debía, tal vez, a que el carcamanero, también llamado misionero, porque andaba de feria en feria por todos los pueblos, y aunque no hubiera feria se trasladaba de una a otro lado y se instalaba en cualquier calle, plaza, o esquina muy concurrida, atraía a los jugadores con versitos picantes y burlescos de los que no quedan muestra, porque los cronistas de la época pecaron de pudorosos y solo recogieron los más decentes. (Página 70).
6. Lotería.
Otro juego igual de popular y que ha llegado hasta nuestros días en versión familiar, era el de la lotería de cartones. Lo característico era que no se mencionaran de manera directa las figuras de las cartas, sino por alegoría, metáfora o símil, por ejemplo: la cobija de los pobres era el sol; el que cantó a San Pedro, el gallo; la perdición de los hombres, la dama; el caso que te hago es poco, el cazo, etcétera. También había lotería de cartones en las que estos no tenían figuras sino números y se corría de manera similar: los anteojos de Pilatos era el 8; las alcayatas, el 77; el jorobadito, el 3; y sigan inventado tanto cuanto se les ocurra. (Página 73).
7. Corte de Carlota y Maximiliano.
No se concebía un Imperio sin corte, mucho menos sin cortesanos. En consecuencia, todo Imperio que se preciare de serlo debía parecerse al de los europeos.
Por otra parte, la creatividad es algo que no marcha con la idea de la aristocracia, de ahí que las cortes europeas fueran tan similares y también iguales en algo: el aparato –organización, protocolo, ceremonial todo ello producto y extensión de cultos, atavismos y rituales con dos caras: una publica y otra cerrada, oculta casi–. (Página 74).
8. Fiestas cívicas.
El calendario de fiestas cívicas y celebraciones también quedaba establecido en el ceremonial y eran:
El aniversario de la Independencia, cumpleaños de Maximiliano, del corpus y de su señora de Guadalupe, así como las de corte, a saber: el de san Carlos, los grandes bailes, los grandes banquetes, los grandes y pequeños conciertos, las funciones de fala u ordinarias en el teatro, las fiestas de palacio, las tertulias y las comidas en el Palacio. (Página 79).
9. ¿Por qué se llama “Diré adiós a los Señores”?
El emperador, al terminar su tabaco, se retiraba diciendo esta frase, que llegó a ser proverbial: “Diré adiós a los Señores”.
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